abril 09, 2008

Enseñar Filosofía? ( VII y último)

La filosofía entendida como un camino del pensar, hace que el pensamiento mismo se convierta en una decisión que se ilumina desde una elección. No es lo mismo elegir que decidir, pues a veces se elige sin decisión (habladurías), en cambio no se pueden tomar verdaderas decisiones si no hay elección previa, incluso cuando parece que una situación dada es un callejón sin salida y no tenemos elección ante ella. El pensar (la filosofía) vuelve clara una elección para que se tome una decisión. Escuchar y atender en silencio son cuestiones inherentes a la toma de decisiones. La filosofía nos muestra qué debemos elegir para decidir ante situaciones en que nos pone la vida misma. La filosofía nos muestra caminos para discernir, ante posibilidades a elegir, para tomar una decisión y hacerse cargo de sus consecuencias. Esas consecuencias de las decisiones conforman caminos que se hacen al andar, fuera de la indecisión que provoca las comodidades de la relativización del conocimiento. La consecuencia de creer que “todo es relativo” es la indecisión, la falta de camino y por ello la ausencia del pensar. Otra tarea del pensar la constituye la distancia, que reclama libertad, entre el poder y el pensamiento. Distancia ante el poder del Estado, al poder mediático, al poder institucional e institucionalizante (como el que ha hecho creer que la filosofía en una disciplina entre otras, que se enseña junto a otras y como otras). Se trata –dice Badiou- de “medir esa distancia y saber si podemos franquerla o no”. Una tercera tarea concreta, un tercer camino posible, es saber distinguir estados de excepción en la vida. Un estado de excepción es un acontecimiento concreto de ruptura con lo ordinario. La línea es delgada y sutil: se trata de distinguir en lo ordinario aquello que de suyo es extraordinario. Lo extraordinario de la vida ocurre cuando la tradición es ruptura y hay entonces una verdadera “tradición de ruptura” (Paz), sin necesidad de vanguardias. A ello conduce el camino del pensar y también por eso no pierde suelo, pues parte de lo ordinario que se rompe, que se hace estallar en una situación de vida concretísima dada. Badiou piensa que en el momento en que la filosofía es algo que tiene importancia para la vida es cuando resulta ser algo más que una disciplina académica.

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