diciembre 11, 2013

Guadalupe

Ven,
sentémonos aquí.
junto a Je Tson-Kha-pa
y a Yacatl, en la cima
del patio de los leones.
Fuente de miradas atravesando
soles y abriendo
el advenimiento retardado
de los dioses. Fauces
serenas, de piedra
el tiempo,
en el pozo estelar,
donde asoma la virgen
y suenas laúdes que
plasman la imagen
celestial.

Sentémonos aquí,
en la ladera del Sacro Monte,
e internalizemos el poder
de esa capa pura, la
que protege al buda
y al tlatoani, la que,
llena de estrellas, asemeja
a Citlalinicue. Ven, aquí
está Guadalupe, la madre
del bien verdadero. Joven
doncella que en el Tibet
y México, hace sonar
las campanas. No es un ídolo,
sino una síntesis de fortaleza
de la flor solar. No requiere
templo ni manifestación. Miremos
su óvalo de jade, porque
como el buda, sólo apela
a la nobleza espiritual.

Escuchemos el agua mercurial,
ahí se aprecia
la forma sublime
en que el antiguo Lama
plasma la imagen, en el lienzo
inmortal.  De oriente la forma,
de Extremadura el ibérico acomodo,
de México la luz y el sentido. Guadalupe
se abre plena
entre la incomprensión
y el amor.

septiembre 17, 2013

Malagueñas

UNO

Voy hacia el suceso inconcluso
en una estación templada de trenes.
Me escapo del perdón.

DOS

Estallidos contenidos
en los ojos malagueños,
donde el mar ha estancado
dos gotitas,
brillantes y sucesivas,
al tránsito de los recuerdos,
que apenas brotan.

TRES

No consigo el acomodo
de los recuerdos, algo,
siempre en fuga,
acontece en lo imprevisto.

CUATRO

El mar de la costa del sol,
entre Dominguín y Picasso,
motivará nuevos olvidos.

CINCO

Las malagueñas en la arena,
son el sol
de la dicha.

julio 27, 2013

Matoaka

Atrevida princesa
vienes desde Werowocomoco
a consentir, desde aquellas
colinas, la puesta del sol
en los días, la
noche en tu cabello.

Powhatan consiente -Arkansas,
Tlatelolco- y todo lugar es
horizonte trazado
por tus miradas, todo
es línea en las colinas, altura
de rocas y savia, espuma
de tu aliento.

Vuelas libre, libre
brincas y viertes cataratas,
ojos de agua y ríos
rápidos, círculos
del águila real, bosques
que nieblas para aperturar
en ellos el claro. Sed
de azul, verde y
magenta. Oscureces
la noche, bebes en el pozo
del azar y recreas el destino
amoroso de la pradera
y el sabio vuelo
de la noble águila.

Princesa Matoaka,
constante y licenciosa,
tu sonrisa de obsidiana
mece el mar
y acaece su clamor de
inmensidad.

febrero 17, 2013

Velero

Deshacer los nudos.
Hacia uno mismo irse
en un día radiante
e insoportable.

Las marcas acuden con puntualidad.
No hay estilo que las pinche
y las fulmine, de una vez
o para siempre. Para siempre
es imposible. A lo lejos,
tal vez, la verdad, esa pasajera
que todo lo niega.

El resto
que viene a decantarse
en la penuria permanente
del día más soleado
del mes más largo por andar.

No hay velero de paz.