mayo 29, 2009

Al mismo tiempo

¿Con cuánto
desgano se crea
un dolor de cabeza?

¿En qué miserias
recojemos recuerdos
que llamamos gratos?

¿En cuántos escupitajos
se cifra
la cordura y la espera?

¿Cuáles vómitos
creemos, en verdad
creemos, con sinceridad?

Miente quien dice
que el amor
es un sentimiento.
Yo afirmo que es una construcción.
Que muchas veces
se desmorona-ocultándose,
al mismo tiempo.

mayo 21, 2009

El Gran Premio

Leo La Jornada con
Galeano y Dussel,
dispuestos, como siempre,
a la duda. Me hablan
sin consecuencias. Hace
tiempo que Bukowski
filtra las ansias de pulcritud
moral
en mi cabeza.

En el Gran Premio,
un viejo café, que en mi ánimo
mezcla azúcar
con miel del inconciente.
Miel podrida. Y mañana
nublada.

Nunca ha sido
lo podrido tan
dulce, tan amargo, tan
podrido. Los viejos del
Premio lo revelan.
Un poco más podrido,
por favor.

El turno 02,
la colacola 06,
el café 03,
la calle primera
de la cita que
nunca ocurrió.
La espera mecánica.

El mundo se vuelca
en un solo apetito
recurrente. La muerte
de Volpi, hace unos días,
así lo confirma.

En el Premio ocurre
que me dispongo
a calificar las distracciones
de los afanes que profesionalmente
me hacen cambiar monedas
por opiniones.

mayo 15, 2009

15 de mayo

Ayer lo conté.
Fue así: recién documentado,
alisando torpezas
entre formas férreas,
inútiles complacencias
de los años,
llegó el dicho
empeñado por el intercambio
de promesas en el lugar
menos indicado.
Cumplidas promesas.
Por ellas llegué temprano,
tenía apenas 23. Sabía
del gusto de la palabra,
aunque apenas repetía
cinco frases hechas.
Repetía, yo también,
las repeticiones.

Pero los días y los azares,
sólo fueron plenos
bajo el olor filtrado,
de la soldadura,
bajo los golpes,
contundentes,
del martillo que,
con sabia decisión,
el artista propinaba
en el irremediable destino
de tratar de ser
herrero.

El herrero,
un 15 de mayo,
abrió las puertas
de la fiesta, para que yo,
entrará en ella,
muchos años después,
para santificar
este día
que,
con docta precisión,
se bifurca
y se colma
de ánimo.

El herrero:
mi padre
y maestro.


mayo 06, 2009

Ocurre que son amarillas

Pequeñas partículas,
amarillas, caen, incesantes,
inmaculadas por el aire. Miles.
La superficie se cubre de ellas.
Los huecos se rellenan, aún
los menos verdes.
Brotan raíces, se ponen al descubierto,
pero se cubren de amarillo tostado.
La tarde no es prodigiosa,
en vano busco sus maravillas ocultas.
Me afano en libros y memorias muertas.
Las partículas siguen cayendo
y nada ocurre. Dejo, entonces,
que ocurra nada.