Estás al lado. Nombra
con el perdón
las insuficiencias propias
que en los otros ves.
Amanece en el favor
de la palabra
y dicta decidido
las encrucijadas
ocultas del camino.
No eres un mesías,
pero puedes sonreír
y advertir la cálida
recepción
de las miradas indiferentes
que a tu lado circulan.
Danza y abrázate a ellas.
Obtén su celeste claridad
y atiende las señales
que depositan en los ruegos.
Tus preguntas sean
desde el silencio impasible.
Habla lo preciso,
ordena el porvenir
con deseos puros.
Desde aquí
alza la mirada
y con los ojos
del discípulo amado,
alaba a la hurí
-la de ojos de gacela-
que ondea la alborada:
a ti se te entrega.
noviembre 12, 2015
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1 comentario:
No hay manera de ordenar el porvenir lejos de la comunidad. Debemos dejar de poner nuestra humanidad en los objetos y empezarla a practicar en el trato con los otros.
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