mayo 21, 2009

El Gran Premio

Leo La Jornada con
Galeano y Dussel,
dispuestos, como siempre,
a la duda. Me hablan
sin consecuencias. Hace
tiempo que Bukowski
filtra las ansias de pulcritud
moral
en mi cabeza.

En el Gran Premio,
un viejo café, que en mi ánimo
mezcla azúcar
con miel del inconciente.
Miel podrida. Y mañana
nublada.

Nunca ha sido
lo podrido tan
dulce, tan amargo, tan
podrido. Los viejos del
Premio lo revelan.
Un poco más podrido,
por favor.

El turno 02,
la colacola 06,
el café 03,
la calle primera
de la cita que
nunca ocurrió.
La espera mecánica.

El mundo se vuelca
en un solo apetito
recurrente. La muerte
de Volpi, hace unos días,
así lo confirma.

En el Premio ocurre
que me dispongo
a calificar las distracciones
de los afanes que profesionalmente
me hacen cambiar monedas
por opiniones.

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