mayo 14, 2014

Todos los días

Y hablas, en la lengua
del suceso mismo, tu propia
resurrección perfecta.

Porque ahora,
tus manos
son la nueva piel
de la vida otra
a la que, amorosamente,
te destinas.

No hay ausencia,
si en el despojo,
la luz viene serena
de la mano de quien
vive ahora en la
vigilia de tus pasos.

Sabes
que no hay adentro sin afuera,
que en la armonía
todo es uno, igual
arriba que abajo.

¿Qué señales alertas desde tu
velada alegría?
No eres la noche sin el día, sino
ambas cosas y
ninguna. Todas las cosas
y todos los días.

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