Deshacer los nudos.
Hacia uno mismo irse
en un día radiante
e insoportable.
Las marcas acuden con puntualidad.
No hay estilo que las pinche
y las fulmine, de una vez
o para siempre. Para siempre
es imposible. A lo lejos,
tal vez, la verdad, esa pasajera
que todo lo niega.
El resto
que viene a decantarse
en la penuria permanente
del día más soleado
del mes más largo por andar.
No hay velero de paz.
febrero 17, 2013
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