diciembre 11, 2013

Guadalupe

Ven,
sentémonos aquí.
junto a Je Tson-Kha-pa
y a Yacatl, en la cima
del patio de los leones.
Fuente de miradas atravesando
soles y abriendo
el advenimiento retardado
de los dioses. Fauces
serenas, de piedra
el tiempo,
en el pozo estelar,
donde asoma la virgen
y suenas laúdes que
plasman la imagen
celestial.

Sentémonos aquí,
en la ladera del Sacro Monte,
e internalizemos el poder
de esa capa pura, la
que protege al buda
y al tlatoani, la que,
llena de estrellas, asemeja
a Citlalinicue. Ven, aquí
está Guadalupe, la madre
del bien verdadero. Joven
doncella que en el Tibet
y México, hace sonar
las campanas. No es un ídolo,
sino una síntesis de fortaleza
de la flor solar. No requiere
templo ni manifestación. Miremos
su óvalo de jade, porque
como el buda, sólo apela
a la nobleza espiritual.

Escuchemos el agua mercurial,
ahí se aprecia
la forma sublime
en que el antiguo Lama
plasma la imagen, en el lienzo
inmortal.  De oriente la forma,
de Extremadura el ibérico acomodo,
de México la luz y el sentido. Guadalupe
se abre plena
entre la incomprensión
y el amor.